lunes, 10 de febrero de 2014

LA LUZ DEL MUNDO (IX): Libertad y Verdad (b)

Concluía el escrito anterior, diciendo que Jesús es el mayor libertador de los pobres; dije que la pobreza extrema hace del hombre un esclavo de su subsistencia, le animaliza, le resta dignidad. Sigo ahora desarrollando el tema en este primer plano, para pasar a continuación a los otros dos planos en los que podemos asentar la libertadel conocimiento de la Verdad y la capacidad de elegir, desarrollando el asunto como Dios me dé a entender, de la mano de su Palabra. Así que, siguiendo con los pobres, en una visión amplia de esta situación, habría que considerar como tales, a todos los que carecen de unos indispensables medios económicos para atender a las necesidades básicas de todo ser humano. El vestido, el alimento, la habitación, la salud, son cosas que no le pueden faltar; pero tampoco debemos olvidar que el trabajo y el descanso, el afecto, la compañía, la familia y el arraigo, constituyen ingredientes sin los cuales la persona no puede vivir en plenitud. Por eso la Biblia, y Jesús, se ocupan de los emigrantes, las viudas, los enfermos, los cautivos y los huérfanos; son personas especialmente necesitadas del amparo de los demás por cuanto reúnen , en su condición, necesidades de todo tipo. Se puede discutir si es o no moralmente lícito poner barreras fronterizas a quienes quieren venir a “disfrutar” de esta sociedad occidental decadente, huyendo de países paupérrimos; lo que no es discutible es que todos debemos ser solidarios con esos pobres, en sus países de origen, para librarles de una pobreza que les esclaviza y que ha sido causada, en gran medida, por el llamado primer mundo. La atención a todos estos desamparados, emigrantes o no, no solo requiere nuestro dinero, sino también  nuestro tiempo, dedicación y afecto. Me resulta mezquino pretender lavar nuestra conciencia con solo una periódica limosna. 

Pero Jesús, curiosamente, más que liberar a los pobres, buscaba y busca liberar a los ricos, a los que vamos tras la riqueza pensando que ella nos va dar la seguridad y la felicidad; seguridad que no existe en este mundo; felicidad que no podremos alcanzar por medio de las cosas que tenemos porque, éstas, no van a darnos respuestas sobre el sufrimiento y la muerte ni pueden darnos a conocer el sentido de la vida que nos traiga la paz a nuestro  espíritu. Ese es el gran problema que tenemos: Vivimos en la mentira, obsesionados por el tener, engañados en un plano materialista, absortos en un mundo maravilloso de avances sorprendentes, cuando nuestra esencia es principalmente espiritual y ese mundo no es mas que la obra y huella del Espíritu Supremo, medio para encontrarnos con El. Todos necesitamos utilizar más los ojos del alma,  para ver más allá de una realidad llamada a desaparecer, para ver la luz de la Verdad. 

Jesús vino a darnos la libertad, luchando contra la pobreza y dándonos una Verdad que nos rescata de la mentira y nos da respuestas que no podemos encontrar en otro lado; Jesús vino a romper las cadenas de la mentira y darle al hombre la buena noticia de la Verdad que puede iluminar y dar sentido a nuestras vidas. Por eso Juan, ya al principio de su Evangelio, proclama, ”En El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres…Esta era la luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre” (Jn. 1,4.9). Mas adelante, este evangelista recoge varias afirmaciones rotundas que Jesús hace sobre sí mismo:  “Yo he venido como luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de vida” (Jn, 8, 12) ; “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jn.14, 6). Vemos como Jesús liga la luz de su verdad a la auténtica vida. Por otro lado Jesús establece que la Verdad es la base de la libertad, “Si permanecéis en mi palabra…conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn. 8, 31); es decir, que el camino de la vida, de la felicidad, solo podemos recorrerlo en la libertad que nos alumbra la Verdad, una verdad que es Jesús; por lo que El mismo afirma, al final de la anterior cita (de Jn,8, 31), “Os digo que el que comete pecado, siervo es del pecado”. Porque el pecado, que en esencia es egoísmo y negación de Dios, es una mentira que esclaviza al hombre al apartarle del camino de su felicidad; de ahí que al Espíritu del Mal, al diablo, el Evangelio le llame el”padre de la mentira”(Jn. 8, 44) 

Pero, ¿por qué he de creer a Jesús?; ¿por qué creer que El es esa Verdad que me va a liberar del presunto engaño de una alternativa materialista? Porque Jesús y su evangelio nos traen un mensaje de amor, perdón y esperanza, que ha fructificado en una enorme cantidad de obras de solidaridad que tanto bien acarrea a la humanidad: Instituciones para atender a todo tipo de necesitados, huérfanos , enfermos, emigrantes, ancianos, presos, viudas y madres solteras… Existen hospitales, leproserías, casas de acogida y organizaciones asistenciales dentro de nuestras fronteras (Cáritas) y fuera de ellas (Manos Unidas, Ordenes y Obras misioneras). ¿Quién puede negar la aportación de la Iglesia de Jesús al progreso de la humanidad a través de colegios y universidades?; ¿Quién puede negar la labor que ha hecho la Iglesia de Jesús para la conservación y transmisión de la cultura y el patrimonio artístico y monumental a través de los siglos? 
                  
Es el Evangelio de Jesús el que da respuesta al dolor y a la muerte, como veremos más adelante, al tratar el tema de forma particular, descubriéndonos que la vida en este mundo no es un valor absoluto , y que el sufrimiento y la muerte tienen un sentido en orden a nuestra felicidad, incluso aquí , en esta vida. Cuando Jesús pregunta a Pedro si él también le va a abandonar, escandalizado por su doctrina, éste responde, “¿dónde iré Señor?, tú tienes palabras de vida eterna” Jn. 6, 68) 

La alternativa a la Verdad de Jesús es la mentira que nos trae el Diablo y su mensaje de egoísmo, materialismo y hedonismo; un mensaje que trae de la mano mucha infelicidad, muerte y destrucción en todos los ámbitos, personal, familiar, social ; así nos lo dice nuestra experiencia y lo pregona la historia de la humanidad : ¡Cuántas  personas desorientadas y sin esperanza, cuántas animalizadas y destruidas por el vicio, cuantas familias rotas, cuantas injusticias sociales, cuantas guerras, matanzas y calamidades causadas por el Mal; ese Mal que construyó verdaderos monumentos al sufrimiento y a la vejación humana como fueron los campos de exterminio nazis o los gulags de Stalin. La sustitución de Dios por el hombre, paradójicamente, es la fuente de todas las desdichas de la humanidad; la base sobre la que se han asentado los mayores ataques a la libertad y dignidad del ser humano; la mentira que esclaviza. Cuando el engaño se apodera de una sociedad, como sucede en España,(dictadura de partidos y otros grupos organizados), la libertad desaparece y la corrupción y la descomposición de la nación campan a sus anchas. Se habla de ausencia de valores como si les diese miedo señalar a “la madre del cordero”, la ausencia de Dios. Supongo que las Iglesias vacías  es algo que tiene mucho que ver con la situación. 

He comentado los frutos de la Verdad de Jesús y los efectos de la Mentira del Diablo; toca ahora ver el porqué esa Verdad convence y arrastra a quién la quiere oír con corazón sincero, sin prejuicios o inclinaciones que condicionen la búsqueda del camino de la felicidad; en definitiva, ¿en qué consiste, qué contenido tiene esa Verdad, y qué pruebas se pueden aportar en su favor, aparte de toda esa obra de solidaridad ,antes comentada, que tanto bien ha hecho a la humanidad tratando de liberar al hombre de la pobreza y la esclavitud. 
                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario